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El Candado Maldito de Mejillones: Historia Paranormal

El Candado Maldito de Mejillones: Historia Paranormal

Una niña de Mejillones, relata una historia paranormal ocurrida en su escuela que comenzó cuando unos compañeros de escuela se robaron un viejo candado de un antiguo cementerio.

Ella nos relata que, en una oportunidad, con unos compañeros de la escuela de su localidad, se habían ido a explorar un antiguo cementerio que se encuentra al lado del poblado de Michilla y que un compañero se habían robaron de ahí, un viejo candado que estaba abierto.

Cuenta que, al día siguiente, este muchacho lo llevó a la escuela para mostrarle a los demás el tesoro que había encontrado. Nadie le dio mucha importancia ya que no tenía nada de especial aparentemente.

Por la tarde, cuando terminó la jornada, Diego, el muchacho del candado, lo dejó enganchado en uno de los bancos de al interior de la sala de clases.

Al día siguiente, la profesora, quien vivía al lado de la escuela.

Se puso delante de todos y nos contó con su voz algo temblorosa, que no había podido dormir durante toda la noche debido a los ruidos que hacían unos niños que se habían metido a la sala de clases.

Y en cada oportunidad que salía a revisar, no encontraba nada ni a nadie al interior de la escuela.

Esto se repitió durante casi una semana, hasta el punto en que la profesora no quería volver mas a la escuela y de hecho, le pidió a una colega que le alojara en su casa ya que no quería estar cerca de la escuela por las noches.

Un día, la profesora no fue a darnos clases y quedamos sin profesor durante 2 horas, así que fue el momento perfecto para hablar sobre el tema.

Entre todos los compañeros estábamos seguros de que todo esto se debía al maldito candado ese y le insistimos a Diego para que fuera a devolverlo. Pero él no nos hacía caso y decía que eran puras tonterías mientras se reía.

Finalmente, tuvimos que amenazarlo con golpearlo para que fuera a devolverlo de donde lo había sacado. Y esta vez logramos convencerlo, así que decidimos acompañarlo para estar seguros.

Desde entonces, nunca más se sintieron ruidos de sillas, mesas, voces de niños, ni nada por las noches al interior de la escuela.