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Recta Provincia: La Cofradía de brujos de Chiloé

Recta Provincia: La Cofradía de brujos de Chiloé

La recta provincia es una cofradía de brujos que impartía justicia a punta de hechizos y males a quienes osaban transgredir las leyes de la isla de Chiloé.

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Origen de la Recta Provincia

Su origen se remonta a los tiempos de la colonización española, cuando José de Moraleda llegó al archipiélago con la intención de tomar a algunos indígenas y llevarlos a España.

Moraleda intentó persuadirlos con sus capacidades mágicas, pero los indígenas llevaron ante él a Chillpilla, una mujer que tenía fama de hechicera.

Chillpilla y Moraleda se batieron en un duelo mágico para demostrar quién tenía mayor poder; finalmente, la hechicera dejó anclado en la playa el barco en el cual había venido Moraleda, y luego lo volvió a flote. Con esto, el español se dio por vencido y en señal de reconocimiento regaló a Chillpilla un libro, conocido como Libro de Moraleda.

Ella lo llevó hacia Quicaví para que los demás indígenas aprendieran las artes y desde entonces fueron instauradas las reuniones que posteriormente originaron a la Recta Provincia.

Misión de la Recta Provincia

Los brujos de Chiloé se organizaron y formaron la Recta Provincia para resguardar, supervisar y mantener en orden las prácticas de brujería realizadas dentro del archipiélago, ya que los poderes otorgados a los brujos eran muy amplios y no debía abusarse de ellos.

La Recta Provincia se encargaba de castigar a quienes hacían el mal basándose en leyes propias; el castigo incluía la pena de muerte como una de las sanciones a la que se acudía con mayor frecuencia.

Algunas veces eran condenadas personas comunes, que habían cometido algún perjuicio contra alguien que acudía a las autoridades y en otras se castigaba a los mismos brujos, por no acatar las órdenes de sus superiores.

Organización de la Recta Provincia

Esta cofradía estaba compuesta por brujos y curanderos de ascendencia indígena, que debían renegar de sus sacramentos cristianos para volver a las costumbres propias, asociadas a la magia.

Su organización era muy rígida y con estratos bien definidos.

En la cúspide estaba el Rey de la Recta Provincia, llamado también Rey de Chiloé, sobre quien pesaban las decisiones finales y las más importantes.

Junto a él se encontraba el Gran Consejo, conformado por el Secretario, el Comandante de la Tierra, el Comandante de la Recta Provincia, el Juez Componedor y el Visitador General.

Este último tenía por función inspeccionar en todos los distritos el funcionamiento de sus miembros y recaudar los fondos obtenidos.

El Juez Componedor, por su parte, era el encargado de dictaminar y sancionar las acciones de los miembros de la organización.

Del resto de los cargos del Gran Consejo no se conocen sus funciones, pero se piensa que dictaban las leyes que los regían.

Otros cargos importantes eran el del Rey o Reina de Bajo la Tierra, llamado también de Santiago, cuya misión, al parecer, era disponer los castigos y mantener el orden en los territorios donde la Recta Provincia tenía jurisdicción.

A su lado estaba el Rey o Reina Sobre la Tierra, llamado también de Lima o Presidente Reparador de la Recta Provincia, cuya labor era vigilar a la gente del pueblo e informar al Rey de Bajo la Tierra de la presencia de los brujos impostores.

También debía dar muerte según lo ordenara el Rey de Bajo la Tierra. Junto a ellos se encontraban los distintos Presidentes, con jurisdicción sobre áreas acotadas del archipiélago, quienes vigilaban las faltas que se cometiesen en su territorio.

Todas las áreas donde existían brujos en Chiloé formaban parte de la Recta Provincia, divididas en dieciocho distritos, que recibían nombres distintos a los que el común de la gente conocía; por ejemplo, el de Quicaví era Lima, el de Tenaún era Santiago, y las localidades de Queilén, Chadmo, Compu Huildad y Quellón eran aunadas bajo el nombre de Payos.

Estos tres eran los principales distritos, pues en ellos actuaba la Mayoría o Tribunal de Brujos de la Recta Provincia. Dentro de cada uno operaban diversos funcionarios, liderados por el Presidente, quien era secundado por un Secretario o escribano.

Todos los distritos poseían un Reparador, encargado de ejecutar los mandatos de la Recta Provincia. Finalmente, en cada uno de ellos ejercían sus propios brujos, hechiceros y curanderos, los que debían actuar dentro de los límites territoriales establecidos y obedecer las órdenes dictadas por las autoridades superiores de la Recta Provincia.

Requisitos para ingresar a la Recta Provincia

Los iniciados debían cumplir varias pruebas antes de pertenecer a la organización de brujos.

En primer lugar, debían confeccionar un makuñ, o chaleco de piel de difunto, el cual les permitía volar.

Luego, debían raspar su bautismo, bañándose bajo una cascada por cuarenta noches, hasta antes de la salida del sol; con esto, se abjuraba de todos los sacramentos y el aspirante a brujo era reintegrado a las creencias indígenas.

Finalmente, el postulante debía tomar la vida de un familiar cercano para demostrar que estaba desligado efectivamente de las personas y que podía obedecer sin remordimientos los mandatos de las autoridades de la institución, cualquiera fuera la orden.

Quien ingresara a la Recta Provincia debía comparecer ante las autoridades, hacer la señal de la cruz para jurar que era indígena, prometer no decir lo que viera ni divulgar secretos, prestar consejo cuando se le exigiera, y cumplir estrictamente las órdenes recibidas.

Si alguno de estos preceptos era roto, debía pagar su falta con la vida.

Habilidades de los brujos pertenecientes a la Recta Provincia

Como grandes conocedores de remedios y plantas, los brujos eran expertos en venenos que provocaban la muerte de las víctimas en pocos días.

Además, tenían habilidades sobrenaturales, como enviar maleficios a grandes distancias; volar por acción de su makuñ; transformarse en diversos animales, especialmente en aves; aturdir y dejar “tontas” a las personas mediante embrujos; asimismo, podían secar lagos o ríos, o dejar estéril un campo o una tierra por medio del entierro de un objeto que recibía el nombre de guadeque, entre muchos otros males que les eran atribuidos.

¿Donde se reunían los brujos de la Recta Provincia?

Las reuniones de esta organización se realizaban principalmente en cuevas bajo tierra, pero también se hacían juntas en las casas de los integrantes.

Las cuevas de los brujos eran muy sencillas: cubiertas por fuera con vegetación para ocultarlas y su entrada franqueada por una puerta cerrada con una llave de alquimia (latón).

Por dentro estaban forradas en madera y no poseían más muebles que unos banquillos y alguna mesa.

La más famosa de estas cuevas fue la de Quicaví, que jamás pudo ser encontrada y en cuyo interior habitaban feroces y deformes guardianes, el Chivato y el Imbunche.

Este último, además de espantar a los intrusos, ocupaba una función relativamente vaga dentro de la Recta Provincia, como mascota y esclavo, a la vez que era fetiche y autoridad principal de las reuniones.

Actividades de la Recta Provincia

En sus inicios, la congregación no tenía ningún fin negativo, sino dedicarse a “sanar” a quienes sufrían un mal impuesto, y “castigar” a quienes lo habían causado.

Las sentencias dictadas por la Recta Provincia podían ser de dos clases: en primer lugar, por mandato de la Mayoría; como segunda opción, por petición de un limpio que acudía en busca de justicia.

Quienes recurrían a esta organización debían comparecer ante el Presidente de su distrito, el que enviaba su petición a la Mayoría, la cual decidía la pena del culpable y mandaba a realizar el mal.

Algunas veces las denuncias eran por enfermedad de algún pariente que resultaba víctima de la brujería; en estos casos se solicitaba la curación del enfermo y el castigo al causante.

En otras ocasiones se exigía venganza por la muerte de un ser querido, debiendo pagar el responsable con su vida. Otras veces se buscaba al que cometía hurtos, daños a la propiedad o rencillas personales y se requería su escarmiento.

Casi siempre el responsable de los maleficios o robos se desconocía, por ello los brujos debían acudir al challanco, instrumento que les permitía reconocer la identidad de los culpables.

El servicio que prestaba la Recta Provincia tenía que ser remunerado en dinero o en especies, pues ningún trabajo era gratuito.

Cuando los afectados cancelaban por medio de productos, el pago era llamado quemún, y considerado igual que el dinero.

Se dice que estas remuneraciones eran usadas para pagar correos y ajustar contratos con los tripulantes del Caleuche.

Si bien en un principio todas las sentencias de muerte debían ser ordenadas por la Mayoría, hacia 1880 ocurrió que muchos brujos pasaron por alto a las autoridades, realizando “trabajos” sin autorización ni conocimiento de sus superiores.

Algunos, incluso, actuaron fuera de los límites territoriales impuestos. Estas faltas causaron un debilitamiento de la Recta Provincia, produciéndose un gran descontento en la población y llegando finalmente los casos hasta los tribunales estatales, que juzgaron a todos los brujos y desbarataron la Recta Provincia.

El juicio contra la Recta Provincia

En el bullado juicio contra los brujos de Chiloé, que duró cerca de dos años (1880 y 1881), fueron procesados a lo menos ochenta personas: brujos, curanderos y machi, hombres y mujeres, acusados de prácticas ilícitas, brujerías y asesinatos, valiéndose de medios ocultos solo por ellos conocidos.

Los principales inculpados poseían altos cargos dentro de la organización, entre ellos estaban Mateo Coñuecar, Rey de Santiago (Tenaún); Aurora Quinchén, Reina de Sobre la Tierra; Cristino Quinchén, Vicepresidente Sobre la Tierra; Domingo Coñoecar, Reparador Sobre la Tierra; Santiago Rain, Reparador; por último, Juan Esteban Carimonei, y José María Chiguai, identificados como Reyes de la Recta Provincia.

Casi todos aseguraron haber participado en la institución bajo amenaza de muerte.

Por las constantes contradicciones en las declaraciones de los acusados, nunca se pudo explicar a ciencia cierta cómo operaban los brujos, ni tampoco se aclaró la existencia de los misteriosos elementos con los que realizaban sus acciones.

De este modo, aun cuando muchos de los supuestos crímenes no fueron aclarados en el juicio y las misteriosas cuevas nunca fueron descubiertas, la Recta Provincia se dio por disuelta y la acción de los brujos por terminada. No obstante, se piensa que esta institución sigue actuando en Chiloé, como siempre pretendió hacerlo, en secreto, y bajo estrictas leyes que impiden su conocimiento por parte de quienes no deben saber sobre la brujería.

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